Saint Jerome wears the distinctive red of a cardinal of the Church, including the galero, or the broad-brimmed and tasseled hat. However, Jerome was not a cardinal because he lived from 347 to 420, and that rank was not established among the clergy until the ninth century. Nevertheless, the attire is appropriate to represent Jerome in art, for he served as secretary to Pope Damasus I. It was also during this time in Rome that Jerome began his most notable work, that of translating the Scriptures from Hebrew and Greek into vulgar, or common, Latin. Hence, we refer to his translation as the Vulgate. The stern look on Jerome’s face in the window may also serve to remind us that from the time of the Apostles until the present day, God has taken men of all dispositions, character, and abilities and made them into great shepherds for his people. Jerome is famous for having a short and fiery temper, but this served him well in his scholarly defense of the true faith. Indeed, Jerome loved Our Lord so much that his temper and caustic disdain for heresy and falsehood became effective attributes for defending the authentic teachings of Jesus Christ and the Catholic Church. Let us pray for the intercession of Saint Jerome, that when we read Sacred Scripture, we may be free from all erroneous interpretation and ever rejoice in the Holy Spirit’s consolation.
San Jerónimo viste el distintivo rojo de un cardenal de la Iglesia, incluyendo el galero o sombrero de ala ancha y borlas. Sin embargo, Jerónimo no fue cardenal porque vivió desde el 347 hasta el 420, y ese rango no se estableció entre el clero hasta el siglo IX. Sin embargo, la vestimenta es apropiada para representar a Jerónimo en el arte, ya que sirvió como secretario del Papa Dámaso I. Fue también durante este tiempo en Roma que Jerónimo comenzó su trabajo más notable, la traducción de las Escrituras del hebreo y griego al latín vulgar, o común. Por lo tanto, nos referimos a su traducción como la Vulgata. La mirada severa en el rostro de Jerónimo en la ventana también puede servir para recordarnos que desde los tiempos de los Apóstoles hasta el día de hoy, Dios ha tomado hombres de todas las disposiciones, caracteres y habilidades y los ha convertido en grandes pastores para su pueblo. Jerónimo es famoso por tener un temperamento corto y ardiente, pero esto le sirvió bien en su defensa académica de la verdadera fe. De hecho, Jerónimo amaba tanto a Nuestro Señor que su temperamento y desdén cáustico por la herejía y la falsedad se convirtieron en atributos efectivos para defender las enseñanzas auténticas de Jesucristo y de la Iglesia Católica. Oremos por la intercesión de San Jerónimo, para que al leer las Sagradas Escrituras, estemos libres de toda interpretación errónea y nos regocijemos siempre en el consuelo del Espíritu Santo.